jueves, 18 de diciembre de 2008

Kaki King (.)

martes, 25 de noviembre de 2008

¿Por qué?

jueves, 6 de noviembre de 2008

"Pero volá de acá, cabeza de pinchila sin tajito"

jueves, 2 de octubre de 2008

domingo, 22 de junio de 2008

Es un cochaaaso



“...el hombre de la calle moderna, para cruzar el caos en movimiento, debe ajustarse y adaptarse a sus movimientos, debe aprender no sólo a ir al mismo paso, sino a ir al menos un paso por delante. Debe hacerse un experto en sobresaltos y movimientos bruscos, en giros y contorsiones, súbitos, bruscos, descoyuntados, no sólo de las piernas y el cuerpo, sino también de la mente y la sensibilidad. Al hacerlo impone también, paradójicamente, nuevas formas de libertad. Un hombre que sabe cómo moverse en, alrededor y a través del tráfico puede ir a cualquier parte, por cualquiera de los infinitos corredores urbanos por donde el mismo tráfico puede circular libremente. Esta movilidad abre un gran número de experiencias y actividades nuevas a las masas urbanas...”

Charles Baudelaire. 1869

El flâneur es un personaje mezcla de bohemio y vagabundo que recorre sin un propósito determinado las calles de la ciudad.
Disfruta de deambular, de perderse y reencontrar los lugares.
Su recorrido no coincide con el del resto de la multitud; lo que para el peatón es un camino predeterminado, para él es un laberinto que cambia de forma con cada paso o con cada golpe de vista.
Como observador despreocupado, establece una particular relación con la ciudad, la habita y construye como prolongación de su propio hogar.
Es un inmenso goce estar fuera de casa, y sentirse, sin embargo, en casa en todas partes.
El flâneur conoce cada uno de los rincones que conforman el espacio urbano, se apropia de los lugares, son parte de su vida cotidiana. Es por ello que disfruta con intensidad cada cambio en el espacio. Lo analiza, lo reconoce y no lo olvida jamás, lo hace suyo.
Porque cada día de su vida, durante un instante, la calle es solo suya.


El mouse puede ser entendido como una extensión de nuestro propio cuerpo, una mano artificial que nos ayuda a tocar lo intangible, a palpar lo virtual.
Como no existen dos manos iguales, tampoco, por lo menos para nuestras manos, existen dos mouses idénticos.

jueves, 19 de junio de 2008

El conflicto agrario

Es la democracia, estúpidos!
Escribe: Mempo Giardinelli

La llamada “crisis del campo”, lejos de resolverse luego del último, mesurado discurso de la Presidenta, parece deslizarse por senderos peligrosos para la República. Ya el país sabe que fue mentira el enfrentamiento entre dos “partes”. Hoy todos sabemos que “el campo” es, en realidad, un sector de empresarios rurales que protestan porque van a ganar menos de lo que tenían pensado. Y todos sabemos, también, que el Gobierno metió la pata, no la sacó a tiempo y sigue confundido. Pero lo que no parece claro –y hay que evidenciar– es que lo que este conflicto puede estar esmerilando, y muy velozmente, es a la democracia misma.
No importa si la sociedad argentina se merece esto o no. Tampoco importa tanto tal o cual retención, o si el malo de la película es Néstor o es Cristina. Acá y ahora el debate profundo es si llegamos al final de un ciclo de 25 años de democracia imperfecta y volvemos para atrás; o si mejoramos las instituciones de la Constitución Nacional para avanzar hacia una democracia más justa, eficiente y distributiva.
Hay gente humilde que repite consignas vacías porque creen creer lo que les dicen la radio, la tele y los grandes diarios. Hay los que fueron tocados en sus intereses y hay un fuerte resentimiento en otros cuya situación económica no lo justificaría. Y hay, incluso, personas con largas trayectorias progresistas en posiciones inesperadamente retrógradas. Todos, buena gente, acaso lanzados sin saberlo contra la democracia. A la que culpan de todo cuando dicen que “esto no es una democracia”. A partir de esa negación, avalan un insurreccionalismo suicida como el que ha instalado astutamente el PCR, montado a caballo de la ingenuidad política de muchos y del cretinismo de otros. Esa confusión es gravísima, porque ignora o niega que una cosa es la democracia y otra son los malos gobiernos. Uno puede tirar la bronca contra este o aquel gobierno, o contra todos, pero eso es criticar una gestión. Que se puede cambiar. Todo puede cambiarse dentro de la Constitución y la ley. Precisamente por eso la democracia nunca es culpable y, al contrario, es la mejor garantía de cambio.
Parece mentira tener que recordar que la democracia es la lenta construcción de convivencia que venimos haciendo desde el ’83 y que hoy nos permite mantener la serenidad, tolerando la mentira contumaz que fluye del dial y de la tele, hoy repertorio de lugares comunes, editorialización disfrazada de información y censura de las ideas diferentes. Más allá de matices, intereses corporativos o razones económicas, lo que el sector rural está haciendo desde hace tres meses es minar las bases de esa convivencia. Acaso la mayoría de ellos no lo ve, o no lo quiere ver, pero es la democracia la que está siendo esmerilada.
Por eso huelgan todas las comparaciones con piquetes y piqueteros anteriores. Con el espejismo de un dizque “nuevo federalismo” claramente anticonstitucional, y con la renovada demonización del “Estado” que, para ellos, encarna el matrimonio K, enormes porciones de las clases medias y altas se tragaron la masita envenenada de “campo versus Gobierno” y con eso revivieron lo peor de la Argentina: la polarización de posiciones. La vida nacional en blanco y negro. Algunas entidades de elite, los pools sojeros, el capital más concentrado de la agroganadería, incluso sectores protegidos dentro del mismo Gobierno K, junto a prácticas periodísticas abyectas, están carcomiendo la democracia. Generan desaliento, liman la confianza en las instituciones, instalan la idea de caos, descontrol y “desgobierno”. Todo eso que antaño precedía a los golpes militares. En entusiasta coro anuncian que se acabó el crecimiento; que la inflación nos fagocita; que la economía se desmorona; que las encuestas “muestran” el desprecio popular hacia los K y así siguiendo. Incluso proclaman un desabastecimiento que ha de estar sólo en Buenos Aires –es hora de que se enteren– porque aquí en el Chaco, mientras escribo esta nota, no hay desabastecimiento de nada. Supermercados, carnicerías, verdulerías, almacenes y ferias de barrio están como siempre. La semana pasada vi lo mismo en Santiago del Estero y en Tucumán, Córdoba y Rafaela. Y anoche en Corrientes. Debemos ser marcianos entre góndolas llenas.
Tal como hicieron todos los golpes de Estado, operan sobre las clases medias. Atemorizan, amenazan, golpean. Así es como golpean. Confundiendo, golpean. Gritando como el desaforado señor De Angeli. Y mezclándolo todo: resucitados chinoístas con caceroleros de Barrio Norte; insurreccionalistas atrasados un siglo junto a la vieja oligarquía terrateniente; paisanos con gente paqueta de Barrio Norte; la correntina Pando con represores retirados de Recoleta. Todos exaltados y con escarapela. Y con ellos, muchos chacareros verdadera y sinceramente afectados, pero con el libreto escrito por discípulos de Neustadt y Grondona. Biblia y calefón, mondongo con dulce de leche, lo que se oculta es la soja transgénica que en casi todo el mundo se prohíbe pero aquí protegen todos, incluso el Gobierno. Y que arruina la tierra porque glifosato mata humus, y con eso no hay tutía. En Europa no se permite ni un metro cuadrado de transgénicos (salvo experimentales) y Francia acaba de cerrar incluso la importación. Pero de eso acá ni se habla y por eso es imperativo desnudar las tramas mentirosas que hoy difunden incluso los más inteligentes colegas, devenidos verdaderos dirigentes opositores.
En cuanto al Gobierno –al que voté y sin embargo cuestiono cada vez más por su torpeza y poca transparencia– se trata de defender la terminación de su mandato en 2011, para que sea sustituido, si ésa es su voluntad, por los votos del soberano. Y federalismo sí, claro, pero no más con “puebladas” inducidas. Por eso es también un peligro que el Gobierno no reaccione. Su propia incongruencia le extravía el buen juicio y por eso no sabe ofrecerle a la sociedad una rápida salida a la emergencia; ni propone una reforma agraria surgida de un sano debate nacional como el que debe hacerse sobre retenciones, radio y televisión y derecho a la información. Por eso está el Congreso semicongelado; por eso mienten estúpidamente el índice inflacionario; y por eso junto a ministros y funcionarios que son de lujo se apuntalan otros que debieran ser corridos, por corruptos o por ineptos.
Lo peor de la Argentina ha vuelto. Junto a genuinos y heroicos chacareros, y desplazado ya el campesinado más pobre, los monstruos del pasado operan travestidos (con perdón de los travestis) en ruidoso montón. Sólo que como esta vez se topan con una sociedad que hizo culto de la memoria, veremos quién gana. Porque en esto sí hay dos sectores: los demócratas y los “destituyentes”, como se dice ahora, conscientes o no.

martes, 17 de junio de 2008

No tengo nada para escribir, pero bueno, igualmente, ya nadie escribe.
Solo apretamos teclas.

jueves, 7 de febrero de 2008

El ninja de la gente...

Chuck Norris no se afeita.
Se pega patas voladoras en la cara.

miércoles, 30 de enero de 2008

lunes, 21 de enero de 2008

Silencio

El domingo me levanté temprano.
Hacía mucho tiempo que no me levantaba antes del mediodía.
Salí de mi casa y comencé a caminar hacia el Shopping de Duarte Quiros. Tenía un pequeño superavit y como siempre que lo tengo lo quería gastar, perdón, invertir en algo. Creí que un par de cds podía ser una buena opción.
Entré a Musimundo a la deriva. Me gusta hacer eso. Lo recorrí por más de una hora. The Stones Roses, luego Zeppelin, mas tarde dejé esos dos discos y los cambié por Elvis Presley. Caminé un poco más. Me sedujo Miles Davis, pero no tanto como para agarrarlo. ¿Chuck Berry? Puede ser. No mejor el Dark side of the Moon, está barato y ya no lo tengo en casa.
Soy bastante inquieto dentro de una disquería. Gozo del proceso de la búsqueda, me pasa lo mismo en un videoclub. Siempre alquilo películas sin saber de que se trataban. Se los recomiendo. De ese modo no las veo, las descubro.
Luego de unos cuantos minutos, 57 mas o menos, me agarraron ganas de cagar y cuando eso sucede no dudo. Al mismo tiempo me di cuenta que no tenía ningún disco en mis manos, todos habían vuelto a su lugar de origen.
Cuando iba caminando haciaa la puerta de ingreso paso al frente de la estantería donde se encontraba la música clásica. La sinfonía nº 9 de Ludwig Van Beethoven dirijida por Herbert Von Karajan e interpretada por la Philarmónica de Berlín se dejaba ver con claridad entre muchas carátulas irreconocibles sin ser leídas.
Fue un impulso. La compré. Me costó solo 15 pesos. Un rato antes, al recorrercon mis ojos la sección de rock nacional, había visto un disco de Callejeros a $25.
Debido a mi apuro, llegué a mi casa en un taxi. Deposité la materia que mi cuerpo rechazó en mi inodoro. Tiré la cadena. Me limpié.
Caminé hasta mi sillón preferido. Puse el cenicero, un vaso con hielos y una botella de coca cerca.
Saqué la bolsita que cubría el cd, me encanta hacer eso. Abrí la tapa y saqué el disco utilizando el pulgar y el dedo mas grande para tomar los bordes de la circunferencia y al mismo tiempo hice presión hacia adentro con el dedo índice.
Lo metí en mi reproductor de cd. Luego di play.

No me moví durante los 66 minutos y 16 segundos que dura el concierto.
Solo lo hice para tomar coca cola o para fumar. 2 en total.
Terminó.
Salí a caminar. Solo.
No hablé. Por mas de dos horas.
No tenía ganas.