viernes, 19 de junio de 2009

Los rayos de luz que recorrieron años atraviesan los huecos de la persiana.
Rebotan en ella construyéndola, sosteniéndola sobre el fondo negro.
Mi mano recorre el límite que la separa del mundo, la perfecta línea que la atrapa entera.
Delgado borde que contiene la inmensidad apretada en su cuerpo.

Ella duerme o eso creo.
Yo no puedo.

El viento golpea la ventana y un perro ladra, entonces gira y me abraza.
Apoya su cabeza en mi pecho y la mueve marcando la huella donde se acomoda.
Mis dedos rascan su nuca, pacientes, tratando de relajar su mente. Tratando de calmar la mía.
Ahora ella ronca, despacito.
Entonces bostezo y cierro los ojos.

1 comentario:

Diego Vigna dijo...

Pasos nítidos, literato, avanzás con pasos nítidos sí señor