lunes, 11 de junio de 2007

Infancia

El agua del bebedero está fría y sucia. Me atrae su inmovilidad.
Me gustaría ver el fondo.
Siempre me gustó ver el fondo de las cosas llenas de agua, no se por qué.
Cuando era chico quería meterme adentro de un aljibe, pero nunca me animé. Siempre tuve la fantasía de que, si lo hacía, me iba a encontrar con un esqueleto acostado en el piso.
Debe ser por eso.
Ahora me metería en el bebedero, pero hace mucho frío y además la superficie está llena de musgo y hojas. Me ensuciaría al pedo.

Creo que va a llover. Al sur se está formando una línea de nubes oscuras, pero no estoy seguro, las tormentas de verano son impredecibles.
Cuando tenía 8 o 9 años solía subirme al tapial de mi patio a ver cómo se movían las nubes, entre los refucilos. Me gustaban las formas y los colores del cielo. Hasta que una noche que estaba de campamento, se desató un viento horrible y se me cayó la carpa.
Ahora le tengo miedo.

Desde el molino se debe ver mejor. Pero está muy alto, y el pasto seco es muy cómodo.

Qué cagada que no traje mas pucho, me queda el último.
Debería dejar de fumar.
Intenté un par de veces, pero no duré mucho tiempo. Soy un adicto...
Me acuerdo la primera vez que probé uno, tenía 15 o 16 años. Se lo había robado a mi hermano. Creo que era un Jockey, pero no estoy seguro. Me senté en el fondo del patio, en un ladrillo. Cuando lo terminé, me levanté y me caí al suelo.
Debería dejarlo.
Hoy puede ser un buen momento.
Bueno, fumo el último y dejo.

Qué mirada extraña tienen las vacas, siempre me llamó la atención. Te miran como si te conocieran de toda la vida. Mastican pasto y te clavan los ojos. Es una mirada perversa, a veces dan un poco de miedo.
Cuando era muy chico, me fascinaba la tranquilidad que tienen al caminar. De grande les empecé a tener más respeto.
Lo que pasa es que miran desafiantes, como si por dentro pensaran ¿y vos qué me miras? ¿Tenés algún problema?.
El rostro de una vaca sería una buena foto. Que lástima que no traje la cámara.
Igualmente no se si me atrevería a sacársela, tendría miedo de que se ofendiera, empezara a correrme y me asesinara.
Uno nunca sabe.
Tal vez nos observan de ese modo buscando nuestra debilidad, para algún día atacarnos.
Yo por las dudas, nunca las miro fijo.

Menos mal que le hice caso a Julia y me traje agua. No hay nada mejor que tomar agua del pico de la botella cuando uno tiene sed. Lástima que nunca puedo hacerlo con ella, porque se enoja. Dice que es mala educación y qué se yo.
A mi no me parece.
Además cuando tomo del pico, el agua parece más rica. El vaso, no sé..., es como si le sacara el gusto.

Las hormigas en el campo son más grandes.
Cuando era chico, me pasaba horas siguiéndolas. Las mataba con un autito rojo que me encantaba. O sino les sacaba las hojas que llevaban con un palito de madera. En el fondo esperaba que se revelaran contra mí, y que terminen organizando un batallón para hacerme mierda.
Afortunadamente nunca sucedió.
Hubiera sido muy traumático.
Qué bueno que estaba ese autito, ¿dónde mierda habrá quedado?
Me gustaría tenerlo para ayudar a cargar hojas a las hormigas.
O mejor no. Habría que ver.
Si lo reconocen y organizan el batallón, me puedo morir solo en el campo. Ahí adentro debe haber millones; no tendría como escapar. Además no sé que pasaría si alguien me encontrara en la tierra, boca abajo. Con un autito. En el medio del campo.

¿Y qué problema hay? Debo ser la única persona en 10 kilómetros la redonda.

Me gustaría tener mi autito rojo. ¿Dónde habrá quedado?.




2 comentarios:

Anónimo dijo...

La infacia no fue más que aquellos años q soñabamos con ser enormes personas, con alta presencia, con claridad de ideas, con una vida "normalmente estructurada"...la infancia no fue mas que aquel sueño en el que me despertaron los años, y me mostraron un mundo donde embarrarse no era abrir la canilla, llenar el balde e ir corriendo a la tierra, embarrarse de problemas era algo diferente, embarrarse de errores era algo dificil de solucionar...embarrarse era sólo concecuencia de un grito de mamá, o de una pisada en la alfombra nueva...embarrarse era jugar,reir, vivir, sentir que la libertad tocaba nuestra piel..
jugar a las muñecas, era sólo una imatación a mamá, sentirnos un poco adultos generaba una sensación que nada lo podía evitar---quién no quiso manejar el auto de papá, cuando ni siquiera llegabamos a los pedales...
en esta realidad embarrase, jugar a las muñecas, andar por la vida sin rumbos, ya no es un juego, o un sueño, donde lo q sólo importa es sentir esa sensación, esa cosquilla de decir "yo soy grande"...ahora el espejo nos muestra que sí sómos aquello q soñábamos...¿y nuestras ideas, nuesras responsabilidades, nos mostraran lo mismo?...ojalá no nos engañe nuestro espejo...pero siempre es bueno volver a jugar...
¿Qué tal si nos embarramos juntos?


quise comentar de esta manera...sin más palabras, creo que según como hayamos vivido nuestra infancia, marca nuestro camino!!!...un abrazo!

Anónimo dijo...

Sergei Eisenstein(un gran director ruso que hizo obras maestras en los inicios del cine) escribió una vez que todo niño normal debe "romper cosas".
Seguí embarrándote desmenuzando, cuestionando, preguntando, disfrutando, gozando, riendo, llorando, amando. Esa es la responsabilidad que todos tenemos.