miércoles, 20 de julio de 2011


Y lo vi llorar por primera vez mirando la cama vacía donde ella dormía.
Con 89 años repetía que se le había ido rápido cuando hacía una década que ella no lo conocía.
Le ayudé a alcanzar el andador y agarrándose fuerte volvió a caminar. Esta vez sin apuro, porque solo podía sentarse a pensar.
Afuera llovía y no quiso irla a enterrar.
Se sentó contra la ventana simulando mirar.
"No quiero" dijo y nada más.